ENFOQUE DEMOCRÁTICO


Enfoque Democrático

El sistema político democrático es la forma de gobierno más extendida en la actualidad. Pero este sistema no se alcanza o se rechaza de forma absoluta; es decir, no es que haya algunos países que sean democráticos y otros no, sino que, como todo principio, es un sistema que debe ir mejorando y reforzando sus instituciones con el tiempo. En otras palabras, más que conseguirla de forma absoluta, la democracia se va optimizando y perfeccionando poco a poco, con el objetivo de servir mejor a sus ciudadanos.
En los últimos meses hemos sido testigos de cómo se ha atentado contra el orden democrático en varios países. Por ejemplo, en Venezuela se intentó privar de sus funciones legislativas a la Asamblea Nacional; en Paraguay, se desató una serie de protestas por el intento del oficialismo de legitimar la reelección presidencial; y, en Turquía, hace apenas unos días, se realizó un referéndum para que se establezcan una serie de reformas que le dan al actual líder turco, Recep Tayyip Erdogan, facultades políticas adicionales.
Ante esta situación, es imperativo recordar por qué debemos proteger la democracia y rechazar rotundamente actos como los mencionados. Principalmente existen tres motivos, la protección y garantía de derechos fundamentales, la participación de la ciudadanía en aquellas decisiones que les competen directamente y la posibilidad de fiscalización del gobierno por parte de la oposición.
En primer lugar, debemos tener presente que toda democracia y Estado Constitucional de Derecho garantiza y protege los derechos fundamentales. Luego de las atrocidades cometidas en la Segunda Guerra Mundial, las Constituciones de los países democráticos establecieron ciertos derechos, considerados fundamentales, basados en la dignidad del individuo y que funcionan como un límite al ejercicio del poder. Independientemente de la opinión religiosa o política, de la condición social o económica, e independientemente de si se pertenezca a la minoría más pequeña o la mayoría más grande, todas las personas tienen derechos fundamentales sin los cuales, se entiende, no podrían alcanzar su autorrealización. La existencia de los derechos fundamentales es la garantía que ofrecen los sistemas democráticos para que cada individuo pueda desarrollarse como mejor le parezca, ejercer su identidad sin impedimento de la sociedad o el poder político, y, finalmente, alcanzar la felicidad. Por tanto, solo las democracias pueden garantizar plenamente la vigencia de los derechos fundamentales.
El segundo motivo está relacionado con la que quizás es la característica más representativa de la democracia: la participación de los ciudadanos en la toma de decisiones públicas. La capacidad de elegir y ser elegido ha sido quizá uno de los más grandes logros de las civilizaciones occidentales, y es que es muy difícil, sino imposible, encontrar a alguien que conozca mejor las necesidades y los intereses de la población que ellos mismos. En la democracia, los ciudadanos no solo son los responsables de elegir a sus ciudadanos, sino que también de la producción de las leyes y las reglas que guían sus vidas a través de sus representantes. A la vez, esta característica se conecta con la anterior en el sentido que para poder tomar decisiones correctamente es necesario contar con ciertos requisitos básicos, como la libertad de información y expresión; derechos que solo un sistema democrático puede garantizar. Por ello, solo la democracia asegura que cada individuo tenga participación y representación en aquellas decisiones que, por definición, van a reglamentar e incidir en su propia vida.
Finalmente, la democracia no es solo elección de autoridades, sino también la posibilidad de fiscalizar el trabajo que estas hacen una vez que han sido elegidas. Otro de los principios fundamentales de los Estados Constitucionales de Derecho es la separación de poderes y la legalidad en la administración. El primero de ellos significa que el poder se distribuya en varias instituciones y grupos, los cuales, se entienden, estarán en constante fiscalización entre ellos, evitando así la concentración de poder en pocas manos y el uso abusivo de este. Por otro lado, la legalidad de la administración significa que no solo los ciudadanos están obligados a respetar las leyes, sino también, y sobre todo, las autoridades. En un sistema no democrático es muy común que las autoridades realicen todo tipo de actos ilegales, dado que nada ni nadie tiene el suficiente poder como para fiscalizarlos. Por lo tanto, la democracia impide el uso abusivo e ilegal del poder, en tanto la separación de poderes permite que el poder se distribuya y se fiscalice a sí mismo, y la legalidad en la administración obliga a las autoridades a respetar la ley.
Sin embargo, como todo sistema político, la democracia no es perfecta. Hay muchos ejemplos a lo largo de la historia que han demostrado que muchas veces el pueblo puede tomar malas decisiones. El caso peruano es muy representativo en este aspecto. El gobierno de Alberto Fujimori contó con un amplio respaldo de la población. Incluso ahora que se han demostrado todas las violaciones a los Derechos Humanos que se cometieron en esos años y los escandalosos casos de corrupción, el partido fujimorista cuenta con un gran apoyo de parte de la población peruana, tanto así que el número de congresistas fujimoristas es mayor al de todos los demás grupos parlamentarios juntos. Todo ello demuestra que cuando una población no cuenta con el conocimiento político ni la información suficiente, es fácil que algunos grupos intenten y logren confundirla para satisfacer sus propios intereses y aprovecharse de ella.
Es cierto que el sistema democrático no es un sistema perfecto, y que el pasar del tiempo nos ha demostrado constantemente que la decisión de la voluntad popular puede estar en algunas ocasiones equivocada. Pero como mencionamos anteriormente, la democracia debe entenderse como un proyecto en construcción; como un objetivo que requiere voluntad y esfuerzo para que pueda ser alcanzado. Si bien es un sistema que falla -y puede fallar mucho- consideramos que, actualmente, la democracia es el mejor sistema político debido a que protege derechos fundamentales, permite que la ciudadanía participe en la toma de decisiones y evita la concentración y el uso abusivo del poder político. La tarea de protegerla y contribuir a su desarrollo recae sobre todos nosotros.

Sentarse en el trono no es cosa de juegos


La política es el arte de Gobernar, PPK tendrá una tarea muy complicada si pretende gobernar con el clásico tecnicismo pragmático de los últimos gobiernos, ahora se necesita mucha muñeca política y liderazgo si pretende reformas de fondo que urgen a la población.
 Su discurso ha sido distinto porque plasma sus sueños y buenas intenciones, pero no basta con eso, un hombre que asume una gran responsabilidad y que tiene un gran compromiso con su país, debería siempre buscar dejar un legado o buscar trascender. En su primera intervención al país ha primado su visión y experiencia en función al tema económico (su única propuesta concreta ha sido el reducir un punto el IGV) enfocado principalmente en el bicentenario que es un guiño al continuismo y estabilidad económica. El gran ausente ha sido el tema de la institucionalidad democrática (principal problema de nuestro Perú) que involucre una coordinada tarea de reformas en el sistema electoral, Congreso, sistema de justicia y gestión pública, temas que no pueden tratarse de forma aislada, sino que deben ser llevados como una política de estado.
 
El principal problema que enfrenta PPK es el de que se están dando las condiciones para que se genere un ambiente de gran inestabilidad política (que no permitirá de que sean viables sus propuestas) que será generado principalmente por el lado del fujimorismo con su mayoría consagre que está demostrando una completa inmadurez política (acaso no recuerdan de que uno de sus pretextos de su líder de cerrar el congreso, era justamente el de que no lo dejaban gobernar), sumado a ello de que los partidos no representan a nadie y la ciudadanía no está organizada, además de factores mediáticos como la inseguridad ciudadana, creando el mismo clima de zozobra que antes originó el  terrorismo.
 
La solución pasa por un tema político y de liderazgo, y ya sabemos que PPK no es político, es un técnico con mucha experiencia como casi la totalidad de sus cuadros (basta con ver al Premier), para ello necesita fortalecer sus verdaderos cuadros políticos o llamarlos desde afuera, mostrarles su visión y formar un gran equipo, para poder conseguir un amplio consenso social o político, para que pueda alcanzar sus objetivos.


Politólogo Moisés Naim: “La receta contra los políticos corruptos es la alternancia”

Politólogo Moisés Naim: “La receta contra los políticos corruptos es la alternancia”

Uno de los intelectuales más influyentes del mundo estuvo de paso por Lima y analizó los centros de poder y los peligros de continuismo en América Latina

Ha escrito “El fin del poder”, un libro en el que explica cómo el poder se ha hecho cada vez más difícil de ejercer y más fácil de perder. Escritor, analista, editor. Tiene una columna en el diario “El País” y es considerado uno de los intelectuales más influyentes del mundo. Tiene un programa de televisión que se puede ver en América Latina: “Efecto Naim”. Llegó a Lima para dictar una charla sobre el poder empresarial y político en el aniversario del grupo Graña y Montero. Lo encontré en el hotel Westin, absolutamente relajado, sintiéndose un académico disciplinado y trabajador más que un conferencista poderoso. Aquí su pensamiento.

Imagino que después de estudiar a los políticos y sus relaciones tormentosas ya tiene claro para qué sirve el poder.
El poder es y siempre ha sido muy dependiente de quien lo tenga. El poder lo puede tener un benevolente que trasforma el mundo… hoy mismo estamos pensando que Mandela puede estar en sus últimos momentos, pero también lo puede tener Adolfo Hitler. El poder es simplemente un instrumento y como todo instrumento depende de quién lo use.

Usted dice en sus análisis político que hoy es más difícil mantener el poder, pero Cuba no le da la razón, tampoco Venezuela, menos se la da Correa y Morales que quieren perpetuarse…
Lo que yo digo es que el poder sigue existiendo y que hay centros de poder muy importantes como los que tú me has mencionado. Pero también mantengo con una multitud de datos que el poder es más fácil de obtener, más difícil de retener y por lo tanto más efímero. No puedes argumentar que el régimen de Cuba es más poderoso que antes, depende de un subsidio que viene de Venezuela y a su vez hoy nadie podría argumentar que el Gobierno de Venezuela es más fuerte que cuando Chávez estaba en su apogeo. El Gobierno de Brasil no es más fuerte del que era hace 10 años cuando Lula estaba en su apogeo. Tampoco puedes argumentar que el Gobierno Chino tiene más poder que antes.

¿Y qué pasa con China, es o no es el centro actual del poder?
De ninguna manera. Hay que salir del ascensor.

¿Qué es el ascensor?
Ver el mundo pendiente de quién sube y quién baja, quién está arriba y quién abajo, cuál es el más poderoso, cuál el segundo, cuál el tercero, cuál es la empresa, cuál el político, cuál el líder religioso, eso por supuesto forma parte del instinto humano que siempre está muy interesado en ver quién llega primero. Pero mi punto es que mucho más importante que decir si China es o no es el poder más importante es entender que quien tiene más poder ahora tiene más restricciones para usarlo.

¿Cuáles son esas restricciones? ¿El control social a través de las redes, por ejemplo?
La manera más fácil para decirlo es pedirle a tus lectores que se imaginen a Gulliver y los liliputienses. No solo estoy hablando del gobierno, estoy hablando de los grandes ejércitos, de las grandes religiones, de las grandes empresas. Hoy las empresas son más ricas pero menos poderosas. Un gran empresario puede tener mucho más dinero pero hace menos con ese dinero en términos de control. Piensa en las grandes empresas que están limitadas por otras empresas.

Estoy pensando en las grandes mineras, que no han podido llevar a cabo grandes proyectos por falta de licencia social.
Y no es solo el Perú… Lo que quiero enfatizar es que pasa en todo el mundo y en todos los sectores. No solo pasa en el gobierno, no solo pasa en el sector privado, donde hay una actividad humana organizada vas a encontrar que quienes la dirigen tienen más restricciones.

¿Los gobernantes actuales han entendido este mensaje?
Cuando hablas con ellos sí, cuando los ves actuando, no.

¿Qué de la demagogia y clientelismo político para tener popularidad? Conoce bien el modelo brasileño y el venezolano. ¿Qué piensa de los programas asistencialistas que dan poder y popularidad al gobernante?
Pienso que estos programas son muy positivos, son la razón por la cual América Latina ha tenido avances importantes en la lucha contra la pobreza. Estoy hablando de programas que se llaman de transferencia condicionada, es decir que se le entrega un subsidio a una madre, a cambio de que esa madre garantice que sus hijos estén en la escuela, que estén vacunados, etc. Esos programas en México, en Brasil, en otras partes han tenido un impacto social como no hubo antes en América Latina.

Pero en algunos casos ha sido utilizado por gobernantes para obtener apoyo político, para ganar voluntades, simpatías.
Cuando tienes un político que transforma una iniciativa social importante en un programa electoral, entonces estás en presencia de alguien que está distorsionando el objetivo. Hay países en los que ha sido hecho de una manera desfachatada, corrupta y tramposa con el único afán de perpetuarse.

Mire lo que pasa con Brasil, al final el modelo no era sostenible.
Brasil es admirable pero demostró no ser sostenible. También creo que los latinoamericanos no se deben preocupar tanto por el populismo, se tienen que preocupar por el continuismo. Es mucho más amenazante para el futuro de América Latina el continuismo del poder que el populismo de los presidentes. Un presidente populista, si no tiene garantizada la continuidad, lo botan. Pero si un presidente es populista pero además hace todo tipo de trucos, trampas para quedarse, te fregaste. Vas a tener populismo por mucho tiempo. Verbigracia Correa, verbigracia Kirchner, verbigracia Venezuela. Yo hubiera pagado lo que fuese en Venezuela por no tener continuismo, por no tener esa maldición de que un gobernante se puede ir y volver a reelegir. Eso está minando a América Latina.

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